Perro Balcarce en el sillón presidencial, Enero de 2016.
Mutua crianza
Últimamente me he concentrado en estudiar y analizar las relaciones entre los seres humanos y los entes no humanos. La noción de "mutua crianza" de las culturas andinas. Sugiero que se investigue y se promueva su transmisión.
Desde esta perspectiva resulta curioso ver cómo muchos de los votantes del macrismo aún siguen manifestando cierta euforia por lo que podríamos llamar un "enroque animal": se fue la yegüa, no gobierna un perro "domesticado".
Puedo encontrar (no sin cierta decepción por la repetición traumática de esta visión racista, autoritaria y genocida) una actualizada resonancia de la histórica ecuación "civilización o barbarie" en dicho enroque.
Todos los días hay más despidos en el Estado. Ya hay escaramuzas de despidos masivos en la esfera privada (algunos ya se han concretado). Se vienen los aumentos de tarifas. Se vienen las paritarias atadas a la "productividad". Se oculta para que se vea la adhesión a la Alianza del Pacífico.
¿Qué harán los votantes de Macri cuando las bombas del neoliberal fascismo posmoderno macrista golpeen contra sus personas, familias, trabajos, casas?
¿Qué clase de cinismo militante resistirá el olor penetrante de los soretes que las decisiones de la mascota obediente de los poderes fácticos y de la embajada de EE.UU. dejarán depositados cotidianamente en las puertas de sus casa, en las veredas de sus barrios?
El imaginario de una comunidad se construye colectivamente y da cuenta del itinerario existencial de dicha comunidad. Sentar a una mascota obediente en el sillón presidencial es una expresión clara (hay más por supuesto) de los contenidos que el macrismo aporta a dicha construcción.
Publicado en facebook el 26 de Enero de 2016.